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Distritiando
Dejo constancia que este espacio es mi gimnasio personal, solo quiero mantener la mente atlética. Ya me he metido uno que otro carbohidrato, con Kundera y Saramago. Algunos anabólicos de la filosofía que en exceso podrían ser arriesgados, pero valen la pena, porque dan consistencia. No me llaman la atención los esteroides, suenan a plagio. 
 

Desde que abrí este gimnasio me di a la tarea de ser constante, por lo menos con los abdominales, esos que al principio le pusieron a Cortazar y a Gabo la chocolatina bien marcada, y los dejaron listos pa’ levantar los buenos kilos. Vamos a ver si con el tiempo puedo levantar así sea solo la barra. 
 

En cuanto a mí, puedo decir que tengo Doctorado Honoris Causa en vaguear por las calles calientes del barrio y del Distrito. A mi mamá no le gusta, pero qué más hago. Yo le digo que es una herencia de la abuela, ella cuando entró al grupo de la tercera edad, decía que caminar no sólo da buen estado físico, también mantiene la mente con imágenes frescas. Por eso ahora ya no vagueo, ahora camino: Camino para explorar, para pensar, pa protestar, para ahorrar, incluso camino para llorar o simplemente camino por caminar. Pero sobre todo , camino buscando siempre algo para escribir y en las calles calientes hay mucha tela pa cortar.


Estudio Literatura en Univalle. Y me estoy preparando psicológicamente para ser profe. Eduacar es algo bien serio, y así lo he asumido, por eso mi meta es ser un docente decente, ético. No como algunos que me han tocado, aunque no voy a negar que con estos también he aprendido lo que no debo ser, ni hacer. 
 

Soy 100% distritero, aguablanqueño, orgulloso y enamorado de la bulla, de la arenga, del 100 de cilantro, del coqueteo barrial. Pero a pesar de eso me duele mi gente, de las justas sociales que enfrentan desarmados, sin más recursos en algunos casos que el fuego. Por eso el interés de potenciar mis fuerzas en el gimnasio de las letras, para enfrentar la desigualdad, la pobreza y la muerte de tú a tú, tan solo con poesía.