Cuentos
Un cuerpo de guitarra
La guitarra empezó a enamorarse de su interprete. La corrosidad de sus dedos que la estimulaban con agilidad y fina precisión, le dieron a entender que el joven menudo y poco agraciado la había vencido, hasta ablandarle la voluntad de mujer que tienen todas las guitarras, con la única estrategia que en la artes del amor nunca falla: la constancia.
En las más extrañas condiciones, bajo la intimidad que permite la madrugada, fue preciso el encuentro entre los dos, mezclados como Dios le propone a sus hijos para darles su bendición, hechos uno solo , ella y él.
En un descontrol absoluto, se dejo acariciar a la voluntad del naciente músico, que en noches anteriores se había mostrado ansioso, pero que sabiamente ella, así la llamaran conservadora o premoderna, había sabido guardar para cuando el joven estuviera preparado. El hombre la fue descubriendo con paciencia y ella, en un repentino ataque de éxtasis, explotó; En el barrio y su soledad las notas más bellas se escucharon y la canción más bonita fue aplaudida por la luna.
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